La Gente Invisible

La Gente Invisible

Nadie puede verlo, no lo entiendo. ¿ Son los que pasan por él ciegos tambien?!  No… es él que no puede ver. Él es un hombre invisible. Tiene setenta años y se encuentra sentado en la esquina de la calle tocando su guitarra. Cuando su madre lo llevó en sus brazos, ella nunca pensó que él estuviera aquí, de la calle. Su nombre es Guillermo y necesita esperanza.
“No, gracias”, dice cuando le dé una bufunda, “Cuando sale el sol no voy a ser capaz de quitármelo”. ¡No tiene brazos ni piernas! Se sienta en medio de un camino ocupado todos los días y pide dinero. No puede comer ni beber por sí mismo. Su nombre es Juan y él necesita esperanza.   

Hay muchos niños que caminan por las calles, abandonados y solos. Tantos huérfanos que no han tenido la alegría de un cumpleaños o la seguridad de un abrazo por los padres. Ellos necesitan esperanza.
Una vez conocí con una mujer que no recuerda a su propia nombre porque nadie lo ha dicho en tanto tiempo. Ella ha perdida la esperanza.
Las cárceles están llenas de hombres y mujeres, cada uno con su propia historia. Sí, por supuesto, algunos de ellos han cometido crímenes y merecen estar ahí. Pero muchos se vieron obligados a hacer algo que no querrían hacer. Algunos de ellos son inocentes y se perdieron en el sistema sin justicia. Tu y yo hemos cometido un error que lamentamos, ellos han cometido un error y ahora están en la cárcel por ello. Ellos necesitan esperanza.
“Gracias, que el Señor te bendiga y el Padre sabio te da salud y suerte …” Lo dice cada vez que se le da dinero o se toca el hombro. Él no contesta si hablas con él y él no es capaz de decir otra cosa. ¡Él es ciego y sordo! Él está de pie en la misma esquina todos los días y ha aprendido esta frase. No sé su nombre porque no podía oírme preguntando su nombre. ¿Cómo podemos darle esperanza?

La esperanza es como una semilla, una cantidad muy pequeña dado, puede convertirse en un árbol.
Yo sé que tu has visto muchas personas como estas y puedes contar muchas historias similares. Yo sé que a veces es difícil hablar con alguien de la calle porque se huele mal a veces y podemos sentir incómodos y por esa razón queremos seguir caminando. Pero ¿sabes qué? Encontrarás que si regales un poco de ti mismo, recibirás mucho más. Yo he aprendido que si deseas recibir una bendición, regalas una bendición. Es como una fórmula de mágica, si preocupes por las problemas de otro, encontrarás respuestas a tus propios problemas. Sé que es fácil llegar a ser inmune a ellos, porque los ves mucho, pero si tú y yo no hacemos nada, nada es precisamente lo que esté hecho. Tenemos que ver la gente invisible. Tan fácil tú o yo podríamos estar sentado en el lugar de ellos mirando hacia arriba y viendo todos los demás que van pasando.
Dime amigo, ¿Cómo podemos dar esperanza a alguien que la ha perdido? Me imagino que no eres rico, pero tal vez tú tienes un poco más que el hombre que está de la calle. Tal vez podrías comprarlo un tinto o una empanada. Tal vez no puedes comprar nada ahora, pero por seguro puedes gastar unos minutos de tu tiempo. Puedes parar y preguntarlo su nombre o darlo un abrazo y animarlo. La esperanza viene en todas las formas y tamaños, desde un pedazo de pan o una mano en el hombro. Por el más pequeño gesto de bondad, puedes evitar que alguien se desanime. Tu podrías cambiar la vida de alguien. Tu podrías dar a alguien una sonrisa en lugar de lágrimas.
Es nuestra naturaleza pecaminosa que piensa constantemente acerca de nuestros mismos. El mundo pone enfásis en conseguir una educación, un trabajo y un matrimonio. Jesús dice: “El que ama su vida, la pierde … (Jn.12: 24/Mt.10: 38/Lk.14: 26) El autocompasión arruinará tu vida y te guarde viviendo en el pasado y eliminará tu futuro. Nadie sabe el sufrimiento y el dolor que llevas. Dios sí lo sabe. Él quiere levantar esta carga de ti y regalarte consuelo. Pero hay que estar dispuesto a cambiar y listo para olividar tu pasado. Pablo dice, “…Olvidando lo que quede atrás (Fil.3:13 )…”
Esto es de lo que trata el Evangelio, amar a aquellos que no son amados y ver los que son invisibles. No con la motivación de poder alardear de ello o porque la gente está viendo, sino porque Dios está observando (Mt.6 :2-4). Te animo a leer las Escrituras (Ps.82: 3,113:7 /Is.61/ Prov.14: 31, 21:13 29:7,19:17 / Mt.10: 42, 19:21-24 / Lc.4: 18, 06:20, 12:48 / Gal.2: 10/Jas.2 :2-6 / Acts.2: 45, 20:35 / 2Cor.6: 10/1Tim.6: 8ss /Prv.28: 27, 29:7).” Encuentra el coraje para “ver”, y Dios te hará a conocer cosas que “…Ningún ojo no ha visto” (1Cor.2: 9). Con una palabra, un regalo de comida o un toque, tu puedes dar esperanza a alguien, y en cambio encontrarás esperanza para ti mismo.
Jesús dijo: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitaseis; en la carcel y vinisteis a mi…. Todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí (Mt.25:35-46). ”

-Merci Ruth