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El Hijo

Pensamientos de ser independiente, tener amigos, conocer mujeres y rumbear llenaron mi cabeza. La mayoría de los chicos de mi edad ya estaban casados y vivían por su propia cuenta. Yo aquí vivía con mi hermano mayor y mi padre en la finca. ¡Qué perdedor era yo! Pues sí, la finca era grande y hermosa. Teníamos también empleados. ¿Qué puedo decir? Mi padre era muy rico, un hombre único y de carácter profundo; yo realmente lo amaba.  Su amor por mí era todo lo que realmente sabía. Pero había todo un mundo que no conocía y quería experimentar. Tenía que haber algo más “allá afuera” para mí.

Fue la peor mañana de mi vida. Él estaba sentado solo en la terraza, meciéndose en la silla que yo construí para él. Era su lugar preferido y casi siempre estaba sentado allí. Cuando me acerqué a él, sentía como si estuviera caminado hacia la horca. “Papá… he estado pensando. Tú siempre has sido bueno conmigo. Y ha sido genial, pero… pues… es… es el momento para seguir adelante… por mi cuenta desde ahora en adelante.”

Me sentía como si estuviera aprendiendo a hablar por primera vez. Ninguna de mis palabras parecían tener sentido, incluso ni en mi propia mente. Sin embargo, le dije a mi padre que ahora quería el dinero que él tenía reservado para mí, para cuando él ya no estuviera. Insistí en que mi decisión era definitiva. Él se sentía como si hubiese sido golpeado en el estómago. “Hijo, por favor no te vayas. Eres todo para mí. La única razón por la que tengo todo esto, eres tú”.

Yo sabía que él iba a lograr de cambiar mi decisión, así que estaba preparado; “Mira papá, me voy, ¿okay? ¡Ya! Así que, por favor, dame mi parte de la herencia ahora, porque no volveré.” Poco a poco se acercó al lugar donde escondía el dinero en una baldosa del piso de su habitación. Aunque aparentaba tener una picazón en sus ojos, era obvio para mí que estaba secando sus lágrimas. “Muchas gracias papá. Me tengo que ir ahora” murmuró este ser dentro de mí que yo no quería reconocer. ¡Por fin! Lo hice. Se había terminado. Cuando salí, me negué a mirar hacia atrás. Yo sabía que él estaría viendo. Me sentía como un completo desconocido.

Los meses siguientes fueron como un infierno. Claro, me encontré con algunas mujeres y disfrute en fiestas con todos los demás: tomábamos, fumábamos  y reíamos juntos; también nos emborrachábamos mucho. Sin embargo, no encontré nada en todo eso; cuando me despertaba  me sentía completamente miserable, me sentía tan diferente a todos. Finalmente tuve unos amigos… o eso pensaba yo. Pero cuando el dinero se acabó, ellos también se fueron. Realmente no tenía a nadie. Tuve que conseguir un trabajo y la paga era terrible; no podía ni siquiera mantener un lugar para vivir. Esto no era para nada como pensé que sería, y de hecho era horrible. Yo estaba enfermo de desilusión; nunca me di cuenta de todo lo bueno que tenía con mi papá. Dejé un trabajo despreciable alimentando a los cerdos de un campesino cruel, porque él  afirmó que mi padre era un mentiroso.

Pronto me encontré mendigando. Cuando nadie estaba mirando, busqué comida en la basura. La situación se volvió muy mala, rápidamente. ¿Qué diablos estaba haciendo? ¡Qué tonto! En un instante de tiempo que llegó a mis sentidos. Pude estar con mi padre. Podríamos reír juntos. Pude disfrutar de otra conversación rica y oler las flores y el aire dulce que viene a través de la llanura por la noche. ¡Oh, qué deseaba para esos días!

¡De pronto tomé una decisión! ¡Vuelvo! Yo enfrentaría a la humillación. Gasté todo su dinero. Caería a los pies de mi padre y le rogaría por misericordia. Me olvidé de ser su hijo. Yo aceptaría encantado el ser tratado como cualquiera de sus siervos. Si tan sólo él…  si él pudiera… tan sólo aceptarme de nuevo…

Cuando llegué al camino, que conducía a la casa, me acordé de esa tristeza que sentí cuando me dijo adiós. Ojalá nunca hubiera salido; si sólo pudiera volver al pasado y hacerlo de nuevo. Estaba lleno de culpabilidad y depresión.

El sonido lejano de alguien cerrando una puerta fuertemente me hizo levantar la cabeza. Cuando levanté la vista, vi a mi padre, corriendo, saliendo de la casa. ¿Por qué corría tan rápido? ¿Qué había sucedido? Nunca lo había visto correr así. ¿Y qué  era lo  que llevaba?

De pronto… Me di cuenta… ¡estaba corriendo hacia mí! Él me había visto venir desde una ventana. Antes de que pudiera decir algo, mi padre envolvió su manto sobre mí y me estaba abrazando con su gran amor, y compasión. Luego cayó al suelo y me puso sandalias nuevas en los pies. Yo quería detenerlo. Yo no era digno, pero era obvio que él ya lo sabía.

Luego, en un momento impresionante, él agarró mi mano y puso su propio anillo en mi dedo. ¡Esto fue demasiado para mí! Mi corazón se rompió. Comencé a llorar. No podía dejar de sollozar en sus brazos. ¿Cómo podía amarme tanto, después de que yo le hice tanto daño? Todo lo que hice no fue un accidente. He pecado contra él de una manera muy deliberada y calculada. No sólo me perdona, pero ¿me da más de lo que tenía antes?

Cuando llegamos a la casa llamó a los sirvientes para que prepararan un banquete abundante. Mi hermano estaba allí y dijo “Yo no te entiendo, padre. Yo me quedo aquí con usted, trabajando. Él te abandonó y fue a malgastar su herencia y después ¿haces todo esto?”. El padre respondió: “¿No ves, mi hijo, siempre has tenido todo …. Pero tu hermano estaba perdido y muerto…. Ahora se encuentra y ha comenzado a vivir.” ¡Mi padre era IMPRESIONANTE!

¡Este es el corazón de Dios hacia ti mi querido amigo! Esto no es un cuento de fantasía para niños ¡Ese Padre es real! Sólo el Jesús vivo puede revelar al Padre a ti (Jn.14:6, Mt.11: 25). ¡Pídele a Él! Esta fue la historia que Jesús pensó más precisamente describió el carácter de su Padre. ¿En qué medida ahora responderás tú? Tú no eres un “caso perdido”. El apóstol Pablo vivió la primera parte de su vida como un asesino de los cristianos. No importa que tan grave o cuantas veces hayas pecado o fracasado. Ahora puedes pensar que la obra y el sufrimiento insoportable que Jesús vivió en la cruz no son suficientes parar ti y puedes sentir lástima por ti mismo y que la situación tuya es demasiado terrible. ¡O puedes glorificar la elección del Padre al enviar a Jesús y creer que su sangre derramada es más que suficiente para perdonar todos tus pecados! ¡Lee Lucas 15

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